Muchos productos agrícolas son inflamables. Por ejemplo, el polvo del grano es explosivo y los frutos secos almacenados pueden arder. No obstante, para que se pueda producir la combustión tiene que haber oxígeno, así que proteger el producto inflamable del oxígeno puede evitar incendios o explosiones. Para esta aplicación se utiliza habitualmente nitrógeno o dióxido de carbono.